Es cierto que en la Biblia no se
avala la idolatría. En Éxodo 20:4 dice: “No te harás ídolo, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo,
ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra”. Es cierto también
que en la teoría del catolicismo no se fomenta la idolatría y la adoración de
imágenes, sino la veneración; con propósitos que incluyen educar y fomentar
respeto y reverencia.
La Enciclopedia Católica dice:
·
“Etimológicamente, 'idolatría' denota adoración Divina
dada a una imagen, pero su significado se ha extendido a toda adoración Divina
dada a alguien o a algo que no sea el verdadero Dios… Una diferencia esencial
existe entre la idolatría y la practicada veneración de imágenes [sic] en la
Iglesia Católica, en otras palabras, que mientras el idolatra le da crédito a
la imagen que reverencia con la Divinidad o con poderes Divinos, el Católico
sabe ‘que en las imágenes no hay divinidad o virtud con la qué contar por lo
tanto estas imágenes están para ser adoradas, que ninguna petición puede ser
dirigidas a estas, y que ninguna confianza puede ser colocada en esta’.”
Ante esos conceptos expresados con claridad
(que son más que errores
individuales de interpretación o fallas institucionales que puedan tender a
idolatrar), si podemos tener fotos de seres queridos para recordar con amor,
mucho más puede servir la imagen cristiana para educar con amor. Voy más allá:
¿En qué medida ciertos líderes religiosos que señalan “idolatría” en otros,
caen en la peor idolatría por la vía de la soberbia y el cainismo?
¿En qué medida personas que se
autoproclaman como apóstoles y profetas, fomentan idolatría hacia ellos mismos?
¿En qué medida fomentan la peor idolatría en esa ruta de hacer de la imagen
personal y egocéntrica el foco de atención y pretender adjudicarse el rol de juicio,
de maltratar a unos y enaltecer a otros; de buscar lucro desmedido al son del
odio hacia lo que puedan ver como amenaza a sus pequeños intereses?
Deformar lo sagrado para buscar
sacar el máximo de cada bolsillo, es un acto de delincuencia. Sacar de
proporción lo de la “idolatría” para buscar evadir la obra social que define la
vivencia cristiana e imponer que con tener una colección de discos y mensajes o
hacer grandes siembras financieras fuese todo, es un engaño.
Ciertamente era mejor la calidad de
vida en el país cuando a los niños se les educaba para imitar y al niño Jesús y
a las niñas se les educaba para imitar a María. Cuando se les exhorta a imitar
a quienes fomentan idolatría hacia ellos mismos, es de esperarse el desarrollo
de almas con soberbia, arrogancia, egoísmo desenfrenado y violencia.
Era mejor la calidad de vida cuando
había más respeto en el liderato religioso y más reverencia en los creyentes; y
ejemplos como la imagen del Sagrado Corazón de Jesús en los hogares, eran parte
de la escuela de fe en la base de que todos somos hijos de Dios (como muestra,
por esa conciencia no faltaba el café al visitante indistintamente de los retos
socioeconómicos). Las imágenes no son todo en la fe, pero bien canalizadas y
sin caer en los engaños de quienes se creen infalibles en la interpretación
divina, pueden fomentar la fe en acción con buenas obras.
Ser “cristiano” no es
religión, un género musical o una marca comercial. Ser “cristiano” no es ser
perfecto o inmune a lo que afecta al mundo. Ser “cristiano” es ser creyente; lo
que infunde una naturaleza revolucionaria al palpitar, al ver, creer, pensar y
hacer. Oremos para en todas las congregaciones, se perfeccione el mensaje sobre la
fe con obras y el sentido de la realización que abona a una digna vida plena
que agrada al Creador, para que cada testimonio sea faro de paz, amor y verdad.
·
“Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de
Dios. Todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no
ha conocido a Dios; porque Dios es amor.” –1 Juan:4:7-8
·
“Una fe no encarnada en las obligaciones cotidianas
termina por hacerse abstracta o estéril”. --Juan Pablo II
·
“El amor es el milagro de la civilización”. --Stendhal
·
"Nos preocupa la
creciente desigualdad en nuestras sociedades entre ricos y pobres. Vemos signos
de idolatría de la riqueza, del poder y del placer, obtenidos a un precio
altísimo para la vida de los hombres". –Papa Francisco
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