Se ha explicado que el libro de referencia
"Nuestra Sexualidad" es para los maestros y no para estudiantes, para
capacitarlos y actualizarlos sobre un tema que requiere suma seriedad. Eso está
bien, y se puede perfeccionar. Es evidente que lo más dañino a la calidad de
vida ha sido tratar el tema con oscurantismo, manipulación y tergiversación.
¿Quién en su sano juicio puede estar en contra del
profesionalismo y lo didáctico para atender el tema de la sexualidad en tiempos
en que el tema deja de ser un misterio desde bien temprano? ¿Por qué no buscar
ser parte de las soluciones? Lo realmente inmoral es hablar de valores para
unas cosas y avalar otros pecados, como los que involucran fomento del odio y
cainismo, engaño, corrupción y robo de dinero.
El tema confirma que de lo que no
se quiere hablar, es de lo que más hay que hablar. No funciona el condenar o
demonizar, sino el fomentar el integral desarrollo físico, mental y espiritual;
tocando los temas de sexualidad, freno a abusos y violaciones, sana conducta y
comprensible búsqueda de realización en todas las áreas de fe, vida,
productividad, correcta autoestima y buena civilización.
Seamos
sinceros: El tema sexual es cada vez más accesible a los jóvenes y ya no
funcionan los libretos simplistas o que no respetan la inteligencia de las
personas. Así, procede promover que el sistema educativo brinde la más completa
y profesional atención al tema que es parte de la natural y la creación, para
que otros foros no ocupen ese rol. Veo lo salomónico en buscar que el contenido
curricular y los textos, presenten los términos objetivamente y las
consecuencias de malas rutas.
Es
decir, se puede reconocer que existe el bestialismo, pero no promoverlo. El
libro como guía para el maestro, puede propiciar que con la participación de
profesionales educativos (incluyendo a religiosos, profesionales de la salud y
la conducta humana, sexólogos y toda persona e institución que pueda aportar
constructivamente), se pueden desarrollar otros medios para educar al
estudiante.
La
sexualidad no es solo procreación, hay que tocar otras vertientes como la
paternidad responsable y las formas de canalizar energías para no desembocar en
embarazos no planificados; y comprender que no es pecado la búsqueda de
respuestas y de tan intensa manifestación de afecto en las etapas de la
vida.
Veo
razonable y justa la recomendación de acompañar al libro con talleres de capacitación
y el apoyo de un equipo multidisciplinario. Veo positivo colocar el tema y sus
vertientes sobre el tapete; y en tiempos en que se terminan miedos y tabúes,
aprovechar para superar los estilos caducos y fomentar un nivel de conciencia
que toma caminos en pos de lo correcto que ama e infunde paz, y no en pos de
manipulaciones (sean en la línea de un sexo descontrolado o sean en la línea al
extremo represiva que anula el desarrollo integral de la persona) y
deformaciones de lo perfectamente creado. Dios ilumine a todos.
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