martes, 25 de junio de 2013

No es tiempo de humillarse, sino de levantarse.


No es tiempo de humillarse, sino de levantarse con fe y dignidad; con sabiduría, capacidad de discernimiento y renovada esperanza.

 

No es tiempo de humillarse, sino de levantarse; alentados con la certeza de que el Señor está con nosotros en las buenas causas, y fortalecidos con el entendimiento que fructifica en la equidad que es buena y agrada a Dios.

 

El relato bíblico que incluye la expresión “si se humillare mi pueblo”, tiene principios buenos para todas las almas y generaciones (como los buenos ejemplos que inspiran, educan y unen para el bien de todos con sana conciencia), pero objetivamente, se da en un contexto diferente al del Puerto Rico de hoy, y ciertamente sería altamente pecaminoso deformarlo y desvirtuarlo por agendas particulares y cuestionables.

 

En el Puerto Rico de hoy es cierto que se necesita mucha restauración, pero porque Dios usa los medios que Él desea para responder y edificar, es propio reconocer lo cristiano en todo lo que es humildad salomónica, solidaridad forjadora y equidad.

 

Podrá humillarse quien busque más del Señor; no por agendas ajenas a Su Amor, sino para buscar propiciar plena paz, bendición integral y real consagración.

 

No es tiempo de humillarse, sino de levantarse; harán bien quienes reconozcan que deben humillarse por cargos de conciencia y en verdad busquen rectificar sus propios pasos, no quienes busquen tergiversar y manipular por búsquedas personalistas.

 

No es tiempo de humillarse, sino de levantarse; haciendo de la vida una causa de amor, para hacer y consagrar mucho. No es tiempo de humillarse, sino de levantarse; ¡Es tiempo de testimonios de victorias y nueva vida que den luz! Dios ilumine a todos.

 

--Gerardo L. Berríos Martínez

                   

 

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