No
es tiempo de humillarse, sino de levantarse con fe y dignidad; con sabiduría,
capacidad de discernimiento y renovada esperanza.
No
es tiempo de humillarse, sino de levantarse; alentados con la certeza de que el
Señor está con nosotros en las buenas causas, y fortalecidos con el
entendimiento que fructifica en la equidad que es buena y agrada a Dios.
El
relato bíblico que incluye la expresión “si se humillare mi pueblo”, tiene
principios buenos para todas las almas y generaciones (como los buenos ejemplos
que inspiran, educan y unen para el bien de todos con sana conciencia), pero
objetivamente, se da en un contexto diferente al del Puerto Rico de hoy, y
ciertamente sería altamente pecaminoso deformarlo y desvirtuarlo por agendas
particulares y cuestionables.
En
el Puerto Rico de hoy es cierto que se necesita mucha restauración, pero porque
Dios usa los medios que Él desea para responder y edificar, es propio reconocer
lo cristiano en todo lo que es humildad salomónica, solidaridad forjadora y
equidad.
Podrá
humillarse quien busque más del Señor; no por agendas ajenas a Su Amor, sino
para buscar propiciar plena paz, bendición integral y real consagración.
No
es tiempo de humillarse, sino de levantarse; harán bien quienes reconozcan que
deben humillarse por cargos de conciencia y en verdad busquen rectificar sus
propios pasos, no quienes busquen tergiversar y manipular por búsquedas
personalistas.
No
es tiempo de humillarse, sino de levantarse; haciendo de la vida una causa de
amor, para hacer y consagrar mucho. No es tiempo de humillarse, sino de
levantarse; ¡Es tiempo de testimonios de victorias y nueva vida que den luz! Dios
ilumine a todos.
--Gerardo
L. Berríos Martínez
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