Tengo buenos recuerdos de mi niñez de la década del ’70.
Recuerdo lo difícil que era en ocasiones en la semana levantarme temprano para
ir a la escuela, y lo fácil que me levantaba temprano sábados y domingos para
ver muñequitos.
En ese tiempo, gustaban más los muñequitos de
superhéroes. Hoy no se ve la calidad de dibujo de esos muñequitos. Como
muestra, los muñequitos de Superman y Batman y Robin, se inspiraban en lo
sentado por las series de televisión. Recuerdo cómo a través de los ojos de
niño, se veía la magia de la serie de Batman Y Robin, encabezada por Adam West
y Burt Ward.
Recuerdo cómo en el patio escolar, el tema principal era
el episodio que se vio de Batman y cómo nos imaginábamos que escaparía del
peligro en que quedó al terminar el episodio, hasta la próxima bati-hora y el
próximo bati-canal. En mi caso, hasta llegué a dibujar mis propios comics.
En el cine, la película “Superman, The Movie”, comenzó a
exhibirse en la Isla el 5 de abril de 1979. Christopher Reeve interpretó a
Clark Kent y Superman, Margot Kidder interpretó a Louis Lane, Marlon Brando
interpretó a Jor-El (padre de Superman) y Gene Hackman interpretó al villano
Lex Luthor; el libreto fue hecho por Mario Puzo.
Siempre recuerdo que mi hermana me llevó a ver la
película aquí en Ponce, en el desaparecido cine Santa María. Hoy, cada vez que
veo esa película en DVD, recuerdo algo de aquella magia, no sólo de ojos de
niño, sino de lo que se lograba en esas películas y cómo el heroísmo inspiraba
ante las realidades del momento (no era otro mundo, es el mismo mundo que
vivimos hoy; cada época tiene sus propios afanes, ¿o son en sí unos mismos
llamados y retos básicos con ajustes y actualizaciones?).
Viví en ese cine algo que se convirtió en un símbolo de
la época: aplaudir cuando Superman rescata a Lois Lane, con ella en un brazo y
sosteniendo un helicóptero con el otro brazo.
En los reportajes se destacó la película como algo sano
para toda la familia. Por ejemplo, en la página 8-B del periódico “El Mundo”
del 10 de marzo de 1979, un reportaje se titula “Superman: Una fantasía
romántica y divertida” y en parte dice: “Lo más increíble del filme ‘Superman’
no es el hecho de que trate de aventuras fantásticas, sino que esas aventuras
parezcan tan reales, tan posibles, tan fascinantes… llega el momento en que nos
adentramos en un mundo tan maravilloso de romance y aventura que todo parece
posible…” .
¡Qué mucho se necesita eso hoy para fomentar el heroísmo
de verdad! El vuelo de Superman y Lois Lane se convirtió para todas las
generaciones, en inspiración símbolo del gran amor que alcanza nuevas alturas
por lo genuino de la conciencia y la grandeza del corazón.
En
aquella graduación, no faltaron las lágrimas por la idea de que al finalizar la
escuela elemental, finaliza la niñez. “Superman, The Movie”, nos recuerda
siempre que hay una mirada de niño que alienta la fe mayor que puede mucho y
alimenta la potenciación en el heroísmo real que consagra una nueva vida, un
nuevo nosotros.
Así,
viviendo el mundo hoy tiempos retadores y difíciles, se aplica nuevamente que
cuando más problemas hay, más se busca de heroísmo y ejemplos edificantes.
Es cierto
que Batman y Superman son personajes ficticios y que lo mejor es buscar primero
del Altísimo, pero ciertamente hay una efectiva aportación de ellos para el
sano entretenimiento y para redescubrir el heroísmo que es real y no imposible.
¡Sí! Hay
heroísmo tanto en lo callado que da todo lo mejor del ser, como en lo que
comunica con prudencia para que el testimonio dé luz de verdad y no aliente la
soberbia. ¡Sí! ¡El heroísmo consagrado es real y puede mucho!
¡Sí!
Podemos llegar a donde no hemos llegado. Podemos vestirnos del heroísmo que
hace la diferencia al dar fe en donde no la hay, al saber decir no al mal, al
saber decir sí a lo que suma a la vida de quienes se ama y más allá, el bálsamo
a los que lloran y sufren, el perdón que no es simbólico y sí es camino de
cambio y evolución, la solidaridad a quienes resisten ante las manifestaciones
de la corrupción, comprensión en donde se ha perdido, apoyo al caído para
levantarse, fuerza a las buenas causas, atención debida al alma en formación y
al alma que merece dignidad y tanto puede aportar en los años dorados, el buen
consejo que aporta a perfeccionar la jornada, potenciación a quienes necesitan
redescubrir que no es demasiado tarde, en fin, el heroísmo no es ciencia
ficción, fantasía, juego de niños o un imposible en el mundo. El heroísmo real
se atreva a vivir, perseverar y fructificar con el más abarcador amor.
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