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"Reposará en la
estepa la Equidad, y la justicia morará en el vergel; el producto de la
justicia será la paz, el fruto de la Equidad, una seguridad perpetua”. --Isaías
32:16-17
En Puerto Rico es
notable esa nociva mezcla de cierto fundamentalismo religioso con la extrema
derecha republicana. Es algo que adultera tanto lo religioso como lo político,
ya que ignora virtudes de la Palabra y de lo partidista o de status político,
para fomentar el fanatismo y la intolerancia que divide y maximiza todo lo peor
de las personas; como si fuesen parte de una “supremacía” que por ejemplo, invoca
extremos “valores” para ciertos temas y proyecta justificar pecados en la
corrupción que involucra dinero.
Hay que abrir los
ojos, la conciencia y el corazón para no apoyar manipulaciones y el cainismo
que va en contra de las bases cristianas. No es lo mismo comunicar lo que se
interpreta de la Biblia con un fin constructivo y salvífico, que crear una
élite privilegiada con derecho exclusivo a la “salvación” y buscar excluir, condenar,
estigmatizar y silenciar a todo el que piense diferente. Siento empatía hacia
los maltratados por no decir “Amén” a todo y que el paso del tiempo les va
reivindicando.
Son los que están en la ruta incorrecta y necesitan su
Damasco, los que por egoísmo y agendas particulares ajenas al cristianismo,
ignoran que Dios es amor y que Él mismo determina sobre Sus hijos, sobre las
bendiciones y sobre la salvación. Al ser humano le toca hacer y sembrar el bien,
ya que todo lo mejor del ser humano nace y se manifiesta desde la conciencia
que todos somos hijos de Dios.
Ciertamente hay que
abrir los ojos para separar al grano de la paja y el Señor apoya esa capacidad
porque cuanto más se puede razonar y desarrollar salomónicamente, más es del
Altísimo. Bendigo a los ungidos y verdaderos héroes que buscan vivir el real cristianismo
que es fomentar amor con justicia, paz integral y progreso con equidad.
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“Guardaos de los
falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro
son lobos rapaces.
Por sus frutos
los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?
Así, todo buen
árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.
No puede el buen
árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.
Todo árbol que no
da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.
Así que, por sus frutos los
conoceréis.” --San Mateo 7:15-20
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