No
repetiré la historia del origen de Halloween, ya que la mayoría de los que se
unen a celebraciones de Halloween no lo hacen pensando en ese origen o para
fomentar lo pagano. De hecho, el término “pagano” se usa para identificar a idólatras,
por lo que hay mucho más paganismo más allá de Halloween.
Al
participar, deben haber las debidas precauciones; y al mismo tiempo, el respeto
es fundamental: Conozco a quienes celebran en Halloween sanamente y son
creativos con disfraces que destacan lo positivo, sin ánimo de rendir tributo a
las tinieblas.
No dudo que
hay gratas y conmovedoras historias en nuestros mayores en esa línea. No dudo
que muchos niños que celebraron Halloween, hoy son buenos y productivos
ciudadanos. De mi niñez recuerdo cómo la celebración de Halloween propiciaba
tiernas escenas de intercambio de dulces y de dar dulces a los padres; es el
nivel de amor que no se logra con el extremismo que con estilos hostiles puede ser
lo más grotesco. Se puede rescatar lo que une en el bien. De los niños podemos
aprender lo que debe ser la fiesta de Halloween libre del origen oscuro y de
los que tienen malas intenciones.
Así, veo más
salomónico aprovechar la coyuntura de Halloween para fomentar temas heroicos en
los disfraces, iniciativas como los “talent show”, y dar el cierre de oro a la
ruta de “trick or treat” con la cena familiar o la fiesta que no altere la
paz.
Las decisiones
sobre Halloween son individuales. Veo propio que en cualquier decisión, sea
participar en Halloween o sea no participar en Halloween, impere una nueva
conciencia en que lo que se viva, dé luz y armonía y agrade al Todopoderoso. Lo
más incompatible es condenar el Halloween y no mirar otros pecados.
Redefinir
el Halloween permite establecer que en la vida no es imposible redefinir
constructivamente. Quienes se dedican a dar rienda suelta al maltrato, la
condena y la exclusión y no abonan a la armonía y la concordia, caen en lo
enfermizo y lo peor de lo que más juzgan y critican. Podemos lograr más con
empatía y amor.
Nunca usé
disfraces de Halloween. Recuerdo que en la escuela elemental había más ánimo
por el Halloween (tanto por la fiesta en sí y repartir dulces, como por
asociarse con la cercanía del tiempo navideño).
De Ponce High,
recuerdo que la maestra de inglés, Jiménez, compartió con nosotros la canción
de Halloween del esqueleto, pero no recuerdo la letra.
Por respeto,
nunca caí en criticar y condenar a quienes celebraban el Halloween. Veo bueno
fomentar lo que une alentando sana creatividad, y no me convence el fomento del
cainismo. Reconozco que se recomienda tener precauciones porque no todos obran
bien, pero esa prudencia se puede aplicar a otros temas y fiestas, y voy más
allá:
Hoy --aún con un
poco de más canas y menos cabello—veo mejor enfatizar en lo positivo y lo bueno
al participar en actividades de Halloween porque se supone que el crecimiento
llame a ser más conscientes de que con soluciones salomónicas se logra más, y
de que redefiniendo con conceptos armoniosos y edificantes se progresa mejor. Que
el buen Halloween sea prólogo constructivo que agrada al Creador, rumbo a días
navideños. Adelante en la vida como sabia, heroica y victoriosa causa de amor.
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Cuando
llega el mes de octubre
corro al
huerto de mi casa
y busco
con alegría
tres o
cuatro calabazas.
Las
preparo, las arreglo
saco
todas las semillas
le hago
unos ojos grandes
y una
boca que da risa.
Mucho
mucho me divierto
con todas
mis calabazas
y a todos
mis amiguitos
los
invito a jugar a casa.
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