jueves, 30 de octubre de 2014

NO es incompatible mantener una postura conservadora sobre el fortalecimiento del ELA y apoyar a líderes que se identifican como “soberanistas”.

Es propio comunicar dos puntos directos de mi perspectiva:
·         En términos de status político, considero que el Estado Libre Asociado (ELA) fundado en 1952 no es colonia, tiene plena dignidad moral y política, y su crecimiento y perfeccionamiento es viable en su propia naturaleza.
·         En términos de partido político, en el Partido Popular Democrático (PPD) pueden coincidir, coexistir y armonizar personas con diferentes líneas de pensamiento porque Luis Muñoz Marín fundó al PPD como gran movimiento y alianza de pueblo, en que la razón de ser no es una fórmula de status, sino el ser humano.
                    
Es desde esos dos puntos, que afirmo que NO es incompatible mantener una postura conservadora sobre el fortalecimiento del ELA y apoyar a líderes que se identifican como “soberanistas”. 

No sirven bien las modalidades de cainismo y fanatismo limitante, sea en la vertiente de atacar a quien piense diferente y estigmatizarle con adjetivos de “traición” y otros, o sea en la vertiente de pretender imponer ideas sin diálogo y armonía.

Voy más allá: NO hay que temer o sentir aversión hacia las palabras “soberanía” o “soberanista” en el mejor sentido, que no es pequeño o engañoso, sino grande en la búsqueda de maximizar todo lo positivo y constructivo. Ese concepto ya está en el ELA y hasta estadistas han hablado en pro de un “Estado Soberano”. Que no haya espacio para campañas de miedo o manipulaciones extremistas, sino para decisiones sabias.
                    
Una fórmula de status NO es un fin en sí, un ideal sagrado o una varita mágica. Una fórmula de status ES un instrumento para servir al pueblo y es necesario coincidir en causas que superen diferencias y fronteras partidistas, como la equidad y proyectos de democratización, municipalización y potenciación. Así, podemos coincidir en el nivel de soberanía que supera teorías y agendas personales, en una causa común de amor, edificación y consagración por Puerto Rico.

En la Constitución se reconoce la soberanía así:
·         “Se constituye el Estado Libre Asociado de Puerto Rico. Su poder político emana del pueblo y se ejercerá con arreglo a su voluntad, dentro de los términos del convenio acordado entre el pueblo de Puerto Rico y los Estados Unidos de América. El gobierno del Estado Libre Asociado de Puerto Rico tendrá forma republicana y sus Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, según se establecen por esta Constitución, estarán igualmente subordinados a la SOBERANIA del pueblo de Puerto Rico”.
Podemos coincidir en el nivel de soberanía que supera teorías y agendas personales, por Puerto Rico.

Por todo lo anterior, para mí el apoyo a la excelente líder soberanista y sobre todo admírale ser humano que es la alcaldesa Carmen Yulín, ejemplifica que lo que une es más y que los más consagrados talentos en acción constructiva hacen patria. Lo mismo aplica a cada líder soberanista que se gana el apoyo del pueblo.

El status político se atiende en proceso aparte de las elecciones generales, con detalles ajenos a los desempeños en los foros municipales y legislativos. Se fortalece al país con las más dignas y edificantes almas en los diversos roles en el servicio público, tanto en posiciones electivas como en los equipos de trabajo.

El odio no es buen consejero y la falsedad no tiende al bien; todo lo mejor del ser humano nace desde la conciencia que todos somos hijos de Dios. Reitero así que NO es incompatible mantener una postura conservadora sobre el fortalecimiento del ELA y apoyar a líderes que se identifican como “soberanistas”. Adelante en la vida como sabia, heroica y victoriosa causa de amor.

·         “Puerto Rico, apretado haz de resistencia espiritual frente a los nacionalismos destructores de la paz y de la esperanza del hombre, es imagen en el corazón de su gente que su gente pone hoy y para siempre en su bandera.
Cultura de libertad, de trabajo, de serenidad, de justicia, de generosidad; cultura que ve al prójimo y no cree que hay extranjero; cultura modesta y buena en su vivienda, a gusto en sus quehaceres, resguardada frente al infortunio, abundante y sencilla en la mesa, alegre en la fiesta, sin pobreza y sin hábitos enloquecidos de consumo, viril en la defensa del derecho, que valora al hombre más por lo que quiere hacer que por lo que se proponga adquirir, reverente en el amor de Dios: esta es la imagen de nuestro pueblo que ponemos, con el hondo cariño de nuestra alma, en la bandera que ahora voy a izar en nombre de todos los puertorriqueños.
Y así Dios la bendiga”.
--Luis Muñoz Marín











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