Si erróneo sería
asociar los tonos rojizos en los atardeceres con una sangrienta hemorragia en
los cielos, más erróneo es asociar las llamadas “lunas rojas” con fatalismo.
Esos frutos de causas naturales, nos recuerdan la perfección inenarrable.
El Día del Señor, el domingo
18 de octubre de 2014, las pinceladas divinas en el atardecer en Ponce, Puerto
Rico, nos recuerdan tonos rojizos de vida, amor, pasión, inspiración, en fin,
todo lo mejor del palpitar que da vida a la vida. Dios ilumine a todos.
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"Reposará en la
estepa la Equidad, y la justicia morará en el vergel; el producto de la
justicia será la paz, el fruto de la Equidad, una seguridad perpetua”. --Isaías
32:16-17
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