domingo, 19 de octubre de 2014

¿”No” al Halloween? ¿Y a qué “Sí”?

Una tradicional canción de octubre, que nos recuerda que pronto llegará la época más especial del año, dice:

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Cuando llega el mes de octubre
corro al huerto de mi casa
y busco con alegría
tres o cuatro calabazas.

Las preparo, las arreglo
saco todas las semillas
le hago unos ojos grandes
y una boca que da risa.

Mucho mucho me divierto
con todas mis calabazas
y a todos mis amiguitos
los invito a jugar a casa.

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¿Qué de paganismo hay en esa canción? Mis más bonitos recuerdos de Halloween, son de la escuela elemental, cuando los niños nos intercambiábamos dulces. Mucha ternura y amor cristiano había en las escenas de niños dando dulces a los padres.

Se habla de un origen pagano en Halloween, pero ciertamente he visto más de lo que tiende a la oscuridad, en los gritos del extremismo religioso que fomentan cainismo, maltrato, odio, exclusión y manipulación para adelantar agendas particulares.

En contraste, he visto testimonios de bien en adultos y niños que redefinen el Halloween en lo sano y unificador. Aunque no todos obran así y hay que estará alertas ante quienes aprovechan los disfraces para lo incorrecto y no todo son inocentes dulces, es propio fomentar lo positivo.

Se puede decir “Sí” a los disfraces creativos en lo constructivo, y fomentar la buena convivencia comunitaria.

¿”No” al Halloween? ¿Y a qué “Sí”? ¿Decir “Sí” a lo que pregona hasta más allá del cansancio ”No” al Halloween para alentar soberbia y proyectar superioridad o la comparativa de que quien no le da la razón está en error y perdición? Digamos “Sí” a lo armonioso y salomónico y “No” a los extremos nocivos.

Respeto a quienes optan con respetable entendimiento por no celebrar Halloween (tampoco celebro ese motivo), pero que haya respeto a quienes optan por celebrar Halloween. En eso, quienes tengan planes negativos, que desistan de eso.

Que las buenas actividades de Halloween den testimonio de que con amor se puede más. Que la lección de Halloween sea que lo que se pueda asociar con un mal origen, no tiene que seguir esa ruta siempre. Se puede crecer, consagrar y perfeccionar.








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