Veamos algunos puntos:
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Es injusto tener a tantas personas en espera a la intemperie.
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Es triste que no se fomentan más viviendas de interés social en los cascos
urbanos (liberalizando lo de “zona histórica” para que puedan ser a precios
accesibles).
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Es indefendible que se castigue a quien consigue empleo en el residencial
público con un aumento enorme en renta; como si fuese un pecado trabajar,
progresar y aportar. No es bueno en una sociedad castigar al trabajo y la
producción.
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Es injustificable que todo sea tan difícil en la extensión territorial
de Puerto Rico y no se logre una efectiva estrategia modelo de vivienda.
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Es intolerable que muchos estén en la encerrona de no cualificar para
ayudas de Gobierno por el ingreso y enfrentar costos que no se pueden sufragar
en lo privado.
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Es una tragedia que mientras tantos necesitan vivienda y tantos otros
pierden la vivienda, terrenos y estructuras se pierden en abandono.
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Es un atraso no desarrollar más programas de apoyo a quien busca tener
hogar propio, mejorar su casa y/o contar con justos alivios ante el costo de vida.
En verdad deseo que con los programas
disponibles a nivel estatal y municipal se logre hacer el máximo de justicia
posible. Sin embargo, se necesita con urgencia un Proyecto de País en Vivienda,
en que el Gobierno (municipal y estatal) y la empresa privada logren coordinar
esfuerzos y alianzas para desarrollar soluciones que viabilicen ampliar las
ofertas de vivienda, rescatar terrenos y estructuras en abandono, y fomentar
que familias e individuos puedan hacer realidad el hogar que se busca forjar con
fe, amor y perseverancia en la Isla. Dios ilumine a todos.
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