De mis visitas a la
Iglesia Fuente de Agua Viva de Cayey (gracias a especiales hermanos en la fe de
Ponce), recuerdo la mirada y sonrisa de la joven Rosa como un sol, y su
enérgica y activa fe como dínamo que inspira en forma inenarrable.
Su arte en la
adoración y alabanza hace a todo su ser parte de la ungida melodía. Su entrega
ante el Señor es sincera, amorosa y única. Su contagioso ánimo, su alma grande
y corazón son infinitamente más que una silla de ruedas, son Vida.
La felicito por su más
que merecido logro universitario, con admiración por su testimonio que es luz y
con el deseo de que siga siendo bendecida con su familia.
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