Un
sol de agosto de 1982 iluminó mi primer día de clase en Ponce High. Muchos días
siguieron a ese inicio; unos días soleados y otros días nublados, como parte de
las realidades y contrastes de la existencia. Los que llegamos sin conocernos a
esa magna escuela, nos fuimos conociendo, comprendiendo y apoyando. La
graduación fue en mayo de 1985. Con el paso de los años, cada recuerdo adquiere
nuevas dimensiones.
En esos meses iniciales del curso
del ‘82, la escuela fue visitada por Enrique Laguerre. Laguerre, nacido en Moca,
fue educador y un notable escritor identificado con el tema rural y agrícola, y
de búsqueda de justicia social. Fue profesor universitario y mediante su estilo
único hizo de su columna en el periódico “El Mundo” toda una institución.
El autor tan productivo y
polifacético, detallista en su estilo y reconocido en la Isla y más allá de
nuestras costas, llegó con expresión humilde y comunicación pausada. Era muy
notable que pensaba seriamente antes de transmitir sus ideas y responder a
preguntas. Habló de que lo más que le inspira al escribir son las experiencias
vividas. Dijo que en el pasado los imperios ganaban con armas de guerra, y
luego ganan con el arma de la comodidad. Preguntas y respuestas daban cátedra y
confirmaban que en lo cotidiano dado en los salones de clases, se estaba
haciendo un buen trabajo.
En ese entonces como en el presente,
mucho se teoriza sobre reformas educativas, pero la realidad es que las
reformas se forjan en cada escuela, en el día a día. En la columna “Hojas
libres”, publicada en “El Mundo” del 30 de octubre de 1982, Laguerre comenzó el
texto titulado “Palabras de una adolescente” con las siguientes palabras: “Fue
en la Ponce High”. Porque el texto se explica por sí mismo, pienso que para
generaciones, grandes historia comienzan con la expresión “Fue en la Ponce High”.
Por ejemplo:
Fue en la Ponce High… el encuentro con
el gran amor y la lágrima como rocío.
Fue en la Ponce High… el escenario
de especiales y formativos recuerdos.
Fue en la Ponce High… el punto de
partida de todo un rumbo de vida.
Fue en la Ponce High… ese nivel
educativo con toque señorial.
Fue en la Ponce High… que aún ante
pruebas y dolores, podía resurgir la esperanza.
Cada generación tiene sus propios
retos y afanes y hay dramas en que lo ideal no ocurre. Se puede aplicar en el mejor sentido, el siguiente
pensamiento de Santa Teresa de Jesús: “Dios escribe
derecho con renglones torcidos”. Porque los grandes testimonios rompen moldes,
que cada alma adquiera nuevas fuerzas desde la conciencia que no deja de creer
y de ser parte de los milagros. Que las nuevas crónicas puedan ser comunicadas
con el mismo honor con que Enrique A. Laguerre le habló a estudiantes, educadores
y todos los presentes, y luego escribió “Fue en la Ponce High”. Lo vivido es
prólogo y hay potencial en lo inédito. Dios ilumine a todos.
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“No se educa para adquirir un diploma o una licencia
profesional, sino para abrir caminos a la exploración, para la cual precisa
estimular la espontánea curiosidad de los jóvenes”. –Enrique A. Laguerre
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