En cada alma hay la capacidad para
ser genuino y para buscar superar heridas y marcas, tal como luego de la
Resurrección las marcas de la flagelación no son más que lo glorioso. Si se
acepta que uno solo tiene control de los actos de uno mismo, optemos por los
pasos y ajustes presididos por el Señor.
Ante eso, grande es el rol de
quienes están ante las congregaciones. Cuando surge el estilo más agresivo
desde ciertos religiosos en vez de desde lo político, y más expresiones
cristianas y humanitarias desde lo que no es religioso, se confirma que vivimos
tiempos atípicos. Cuando al día de hoy se da exclusión, duda y suspicacia hacia
quien se expresa a favor de la equidad y de que todos somos hijos de Dios, se
confirma que hay mucho que educar y revelar. Se confirma que Dios emplea los
medios que Él desea para responder, obrar y edificar.
Eso de vivir tiempos atípicos, se
puede tomar en lo positivo para buscar mejores formas de ver y hacer las cosas.
Se confirma que se ha fallado cuando no se ha dicho la verdad a las
congregaciones y al país. Siento empatía hacia los maltratados por no decir
“Amén” a ciertos estilos y mensajes; hacia quienes no han tenido otra opción
que dejar roles ministeriales, o incluso no congregarse o asistir solo el
domingo.
Afortunadamente no todo el liderato
religioso falla. Es importante la oración para que quienes estén ante las
congregaciones, NO se dañen, NO dañen y fomenten la plena abundancia de todos
en línea con la Palabra y la sana doctrina cristiana. Es importante la oración
para que todo el que mire hacia lo alto en estos días, reciba su toque especial
y trascendente porque amar es ver lo que se puede ser más que lo que se es o se
aparenta ser. ¡Demos en la medida que deseamos recibir, haciendo todo día santo
ante el Señor que no está muerto, está Vivo y con Poder!
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