El cierre de escuelas
es una tragedia; es indefendible e injustificable.
Si se justifica el
cierre de escuelas por una baja en matrícula, y se identifica la emigración
como un gran factor en esa baja, entonces lo que procede no es el cierre de
escuelas, sino enfrentar las causas de la emigración y como proyecto de país,
crear las condiciones para poder crecer y fructificar en el suelo patrio.
El sistema educativo y
de escuelas tuvo un origen admirable y ejemplar. Cuando se cierran escuelas, se
puede anticipar que las estructuras se deteriorarán, le restarán al área en
donde se encuentren y si en el futuro se decide volver a utilizarlas, costará
mucho la rehabilitación. En vez de cierre, es mejor que las organizaciones comunitarias
las mantengan en uso en beneficio de la propia comunidad.
Al potenciar lo
comunitario, se pueden aprovechar las estructuras escolares para fines
educativos y culturales, con el acuerdo de no cerrar las puertas a retomar el
uso como escuela en un futuro. De hecho, se necesita que no cierren escuelas y
se aproveche la baja en matrícula para fomentar el número ideal de estudiantes por salón y la atención
individualizada para el logro de la excelencia educativa.
El cierre de escuelas
es una tragedia; es indefendible e injustificable. Recordemos el origen de cada
escuela, sus frutos positivos y el impacto nefasto de crear espacios en desuso
en vez de espacios en plena actividad formativa. Las fallas que requieran
mejoras, no justifican destruir. Las escuelas y el sistema educativo requieren
apoyo y mejoras y reformas con visión de desarrollo de país y entendimiento del
salón de clase. Que se opte por más sabias y efectivas soluciones.
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“Una escuela es una
fragua de espíritus”. --José Martí
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"La educación,
como la luz del sol, puede y debe llegar a todos”. --José Pedro Varela
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“Plena educación, en
cantidad, en calidad, en profundidad”. –Luis Muñoz Marín
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