jueves, 28 de mayo de 2015

El cierre de escuelas es una tragedia.

El cierre de escuelas es una tragedia; es indefendible e injustificable.

Si se justifica el cierre de escuelas por una baja en matrícula, y se identifica la emigración como un gran factor en esa baja, entonces lo que procede no es el cierre de escuelas, sino enfrentar las causas de la emigración y como proyecto de país, crear las condiciones para poder crecer y fructificar en el suelo patrio.

El sistema educativo y de escuelas tuvo un origen admirable y ejemplar. Cuando se cierran escuelas, se puede anticipar que las estructuras se deteriorarán, le restarán al área en donde se encuentren y si en el futuro se decide volver a utilizarlas, costará mucho la rehabilitación. En vez de cierre, es mejor que las organizaciones comunitarias las mantengan en uso en beneficio de la propia comunidad.

Al potenciar lo comunitario, se pueden aprovechar las estructuras escolares para fines educativos y culturales, con el acuerdo de no cerrar las puertas a retomar el uso como escuela en un futuro. De hecho, se necesita que no cierren escuelas y se aproveche la baja en matrícula para fomentar el número ideal de  estudiantes por salón y la atención individualizada para el logro de la excelencia educativa.

El cierre de escuelas es una tragedia; es indefendible e injustificable. Recordemos el origen de cada escuela, sus frutos positivos y el impacto nefasto de crear espacios en desuso en vez de espacios en plena actividad formativa. Las fallas que requieran mejoras, no justifican destruir. Las escuelas y el sistema educativo requieren apoyo y mejoras y reformas con visión de desarrollo de país y entendimiento del salón de clase. Que se opte por más sabias y efectivas soluciones.

·         “Una escuela es una fragua de espíritus”. --José Martí

·         "La educación, como la luz del sol, puede y debe llegar a todos”. --José Pedro Varela

·         “Plena educación, en cantidad, en calidad, en profundidad”. –Luis Muñoz Marín




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