sábado, 30 de mayo de 2015

La validación del poder del voto y la democracia puertorriqueña es algo bueno para todos.

Tras demasiados años de coloniaje en Puerto Rico bajo el régimen español, el logro de la Carta Autonómica fue algo muy bueno, pero fue una justicia muy tardía. Con la llegada de los norteamericanos en 1898, la Isla se enfrentó a nuevas realidades.

Hubo que reanudar las luchas en pos del gobierno propio. Fueron admirables los pasos para conseguir el primer gobernador puertorriqueño nombrado por el Presidente de Estados Unidos (fue el líder y visionario Jesús T. Piñero), y luego el primer gobernador electo por el pueblo (fue el campeón y fundador Luis Muñoz Marín).
                             
En esa ruta, la mayor conquista fue el logro de la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, como obra del pueblo y con carácter de convenio. En la página 16 del libro “Economía de Puerto Rico”, del economista Antonio J. González, quien fue destacado líder independentista, se reconoce que la Ley 600 no fue unilateral y por primera vez en la historia constitucional de Puerto Rico, requirió para entrar en vigor, el aval del pueblo.

Así, más allá de las ejecutorias de funcionarios de turno y las opiniones sobre tales ejecutorias, sería un retroceso para el país entero buscar la remoción de funcionarios electos en vez de recurrir a los mecanismos que provee la Constitución. Eso es quitar poder y autoridad al poder del voto del pueblo, lo que nada bueno aporta. No creen en el pueblo quienes buscan cainismo, remover funcionarios electos sin el debido proceso, o eliminar de la papeleta al ELA que conocemos con sus áreas de crecimiento.

Incluso de sentirse una grave crisis en lo inmediato y/o pensarse que el partidismo impide la eficacia de los mecanismos provistos por la Constitución, no debe buscarse remedios que puedan ser peor que la enfermedad. El ejemplo de alcaldes destituidos confirma que las instituciones de política y gobierno pueden vigorizarse mediante acciones correctivas, y que el mejor mecanismo para optimizar es mediante una mayor participación en las primarias. 

La validación del poder del voto y la democracia puertorriqueña es algo bueno para todos. La restauración y fortalecimiento de la patria trasciende a funcionaros de turno. Requiere fomentar proyectos de país para el progreso de todos. Se necesita un nuevo modelo de autosuficiencia y desarrollo socioeconómico. Como muestra, hacer de la Isla un punto de trasbordo internacional, puede potenciar a la Isla entera, toda su infraestructura y sistema educativo, en tal magno proyecto de progreso con equidad.

Para logros así, el primer requisito es creer en la democracia puertorriqueña que se vivifica en el Estado Libre Asociado (sistema democrático-constitucional que no es colonial y posee plena dignidad moral y política) y en validar el poder del voto (no es posible que pueda creer en el pueblo y servir bien al pueblo quien no cree en potenciar y respetar el poder del voto y el pleno gobierno propio). Para eso, el mejor potencial está en el liderato identificado con lo fundado por Luis Muñoz Marín. Dios ilumine a todos en la patria que nos necesita a todos.

·         "No pierdas nunca la confianza en tu propia voluntad. Confía en tu propia voluntad más que en hombre alguno sobre la tierra. No pierdas nunca la confianza en tu voluntad, puertorriqueño. Repudia a los mercaderes del miedo. Los líderes republicanos harían, si los dejaran, a cada puertorriqueño menos hombre por más miedoso...
Repudia a los que quieren que su poder surja del miedo en tu corazón y de la oscuridad en tu entendimiento. No le sirven bien, y en verdad no le quieren bien a su pueblo, quienes quieren valerse del miedo que pueda infundirle en vez de la confianza que pueda inspirarle. Preserva siempre tu voluntad, claridad de entendimiento, sensatez y firmeza de decisión. Esa es tu fuerza, no soy yo tu fuerza. Esa es tu fuerza. ¡Tú mismo eres tu fuerza!”. –Luis Muñoz Marín



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