Tras demasiados años de coloniaje en
Puerto Rico bajo el régimen español, el logro de la Carta Autonómica fue algo
muy bueno, pero fue una justicia muy tardía. Con la llegada de los
norteamericanos en 1898, la Isla se enfrentó a nuevas realidades.
Hubo que reanudar las luchas en pos
del gobierno propio. Fueron admirables los pasos para conseguir el primer
gobernador puertorriqueño nombrado por el Presidente de Estados Unidos (fue el
líder y visionario Jesús T. Piñero), y luego el primer gobernador electo por el
pueblo (fue el campeón y fundador Luis Muñoz Marín).
En esa ruta, la mayor conquista fue
el logro de la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, como obra
del pueblo y con carácter de convenio. En la página
16 del libro “Economía de Puerto Rico”, del economista Antonio J. González,
quien fue destacado líder independentista, se reconoce que la Ley 600 no fue
unilateral y por primera vez en la historia constitucional de Puerto Rico,
requirió para entrar en vigor, el aval del pueblo.
Así, más allá
de las ejecutorias de funcionarios de turno y las opiniones sobre tales
ejecutorias, sería un retroceso para el país entero buscar la remoción de
funcionarios electos en vez de recurrir a los mecanismos que provee la
Constitución. Eso es quitar poder y autoridad al poder del voto del pueblo, lo
que nada bueno aporta. No creen en el pueblo quienes buscan cainismo, remover
funcionarios electos sin el debido proceso, o eliminar de la papeleta al ELA
que conocemos con sus áreas de crecimiento.
Incluso de sentirse
una grave crisis en lo inmediato y/o pensarse que el partidismo impide la eficacia
de los mecanismos provistos por la Constitución, no debe buscarse remedios que
puedan ser peor que la enfermedad. El ejemplo de alcaldes destituidos confirma
que las instituciones de política y gobierno pueden vigorizarse mediante
acciones correctivas, y que el mejor mecanismo para optimizar es mediante una
mayor participación en las primarias.
La validación del poder del voto y
la democracia puertorriqueña es algo bueno para todos. La restauración y
fortalecimiento de la patria trasciende a funcionaros de turno. Requiere
fomentar proyectos de país para el progreso de todos. Se necesita un nuevo
modelo de autosuficiencia y desarrollo socioeconómico. Como muestra, hacer de
la Isla un punto de trasbordo internacional, puede potenciar a la Isla entera,
toda su infraestructura y sistema educativo, en tal magno proyecto de progreso
con equidad.
Para logros así, el primer requisito
es creer en la democracia puertorriqueña que se vivifica en el Estado Libre
Asociado (sistema democrático-constitucional que no es colonial y posee plena
dignidad moral y política) y en validar el poder del voto (no es posible que
pueda creer en el pueblo y servir bien al pueblo quien no cree en potenciar y
respetar el poder del voto y el pleno gobierno propio). Para eso, el mejor
potencial está en el liderato identificado con lo fundado por Luis Muñoz Marín.
Dios ilumine a todos en la patria que nos necesita a todos.
·
"No pierdas nunca la confianza en tu
propia voluntad. Confía en tu propia voluntad más que en hombre alguno sobre la
tierra. No pierdas nunca la confianza en tu voluntad, puertorriqueño. Repudia a
los mercaderes del miedo. Los líderes republicanos harían, si los dejaran, a
cada puertorriqueño menos hombre por más miedoso...
Repudia a los que
quieren que su poder surja del miedo en tu corazón y de la oscuridad en tu
entendimiento. No le sirven bien, y en verdad no le quieren bien a su pueblo,
quienes quieren valerse del miedo que pueda infundirle en vez de la confianza
que pueda inspirarle. Preserva siempre tu voluntad, claridad de entendimiento,
sensatez y firmeza de decisión. Esa es tu fuerza, no soy yo tu fuerza. Esa es
tu fuerza. ¡Tú mismo eres tu fuerza!”. –Luis Muñoz Marín
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