Está muy
bien que el gobernador haya recibido a un grupo de líderes religiosos y es
propio que atienda a representantes de los diversos sectores que son parte de
la sociedad y familia puertorriqueña.
Es esa
dinámica, es importante que tenga siempre los sentidos agudizados para separar
al grano de la paja. No todo lo que brilla es oro, siempre está latente la
tentación de “la fe del tumbe” y en San Mateo 7:21-23 dice:
·
“No todo el que
me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la
voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día:
Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera
demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé:
Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”.
Mediante
el diálogo sincero y la buena voluntad, se puede adelantar mucho bien. Todos
habitamos en la misma Isla.
La Biblia
establece el orar por las autoridades, no el amenazar a las autoridades. Es
legítimo exigir cumplimientos de los funcionarios electos y hasta advertir con
buena fe cuando procede, pero es mejor aconsejar como si se representase a
Jesús.
Veo que es importante la oración
para que quienes estén ante las congregaciones (así como en todo rol de
liderato), NO se dañen, NO dañen y fomenten la plena abundancia de todos en
línea con la Palabra y la sana doctrina cristiana.
Se puede
lograr validar el rol de la autoridad civil de hacer valer los derechos de
todos los habitantes indistintamente de su credo religioso, y también se puede
validar el respeto a la autoridad religiosa de orientar y no verse obligada a
aceptar lo contrario a preceptos sagrados.
La clave
es el respeto a la dignidad humana; lo que propicia dar luz para superar todo
pecado y crecer en armonía. La mejor prédica se fundamenta en reconocer el
derecho de todos a su Damasco, y el deber de constante introspección para que
en el liderato consagrado no caiga en el desvío de lo que agrada al Altísimo.
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