En una
democracia, la oposición tiene el deber de demostrar unos méritos; y el
gobierno tiene el deber de la mayor prudencia para que no se pierda el orden
civilizado y se pueda desarrollar la gran obra de alcance social y de progreso
humano.
La
democracia se trata del respeto al derecho a la libre expresión y sobre todo,
del respeto al mandato de las urnas democráticas limpias y libres de fraude y
manipulación indebida, indistintamente del margen.
No se
puede creer en la democracia solo cuando se gana y debe haber entre los
diferentes países el respeto a los procesos internos, sin ser indiferentes a
los casos en que se vulneren los principios básicos de vida democrática.
Partiendo
de lo que vivo en Puerto Rico, es importante comprender que no es correcto unir
las consideraciones sobre el drama en Venezuela a las preferencias partidistas
y de status político de la Isla. Estadolibristas, Estadistas, Independentistas
y no-afiliados, pueden coincidir en que la razón de ser de un gobierno es la
honesta administración y acción humanitaria. Elecciones limpias fomentan paz,
armonía y mejor entendimiento en toda la región que por designio divino
ocupamos en la geografía mundial.
Así, cuando
hay el convencimiento de que se triunfó en un evento electoral honestamente, no
debe haber temor a recuentos y escrutinios. Que el nivel de consagración
inspire el nivel de patriotismo en todos los pueblos.
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