lunes, 1 de abril de 2013

Santidad para todos...


Cuando comenzó la “Semana Santa”, escribí lo siguiente:

 

·         Que no sea una Semana Santa más

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia’. –San Juan 10:10

Hoy domingo 24 de marzo de 2013, comienza la llamada “Semana Santa” o “Semana Mayor”. Lo grande es que en la medida que se busca una real vivencia cristiana, la medida de lo genuino de ese desea hace de cada día de vida, un día santo.

Sin embargo, no está de más buscar unos niveles de profundidad la “Semana Santa” que no se limiten a eso, sino que sean punto de partida. Puede haber gran espacio para la obra del Espíritu Santo, tanto en la congregación como en el paseo familiar, tanto en el compartir como en el espacio de introspección en soledad.

De cada alma dependerá si “Semana Santa” será una mera apariencia para seguir en lo mismo o un real encuentro que transforma y potencia, si será para transmitir espiritualidad o para transmitir falsedad, si será para crecer en lo espiritual que produce real renacer y restauración o para diluirse en lo ritual. En cada alma hay la capacidad para buscar superar heridas y marcas, tal como luego de la Resurrección las marcas de la flagelación no son más que lo glorioso. Si se acepta que uno solo tiene control de los actos de uno mismo, optemos por los pasos y ajustes presididos por el Señor”.

 

Hoy lunes 1 de abril de 2013 y luego del Domingo de Resurrección, ¿por qué poner fin a los temas de fe? ¿Por qué volver a los moldes y estereotipos sobre “santidad que colocan las realidades cotidianas fuera de una ruta de consagración?

 

El verdadero significado de ser “santo(a)”, no está en un ritual de canonización, en una imagen o en teorías sobre lo que define  a una “persona buena”.

 

Ser “santo(a)”, es dedicarse al Señor. Eso no es equivalente a apartarse del mundo, juzgar a todos los demás como si fuesen inferiores, tomar lo religioso como un medio de manipulación para servirse de los demás, ir a un monasterio u optar por un celibato forzado. Eso significa hacer que sea una Gran Realidad en todo en la vida, el dedicar TODO al Señor y preguntarse ante cada decisión: “¿Sirve bien y le agrada al Señor?”.

 

Así, TODA alma puede vivir en santidad. Así, mi primer y gran modelo de santidad fueron mis padres y al presente, lo sigue siendo mi madre que sigue viva como real milagro divino. ¡Gloria a Dios! ¡GRACIAS Señor!

 

Somos llamados a unir y restaurar, con la certeza de que Dios está con nosotros, nos bendice y fortalece en la causa justa y correcta que es real santidad.

 

Hay santidad en toda expresión de sincero amor, en la voluntad de maximizar la espiritualidad que se recibe en oración y congregación, en toda acción para sembrar el bien y la potenciación edificante al prójimo, en el esmero para trabajar con excelencia, en el valor para no avalar abusos y corrupción, en la decisión de ejercer toda autoridad con humildad y sabiduría, en lo propio de dar transmitir efectivos testimonios y educar con el ejemplo, en fin, en todo lo que define a crecer como mejores seres humanos.

 

Ante estas reflexiones, procede ver parte de la canción “Un hombre de verdad”, del gran alma con dones, belleza inenarrable, energía, llamado único y presencia sin igual con el nombre artístico de Melina León:

 

·         “Si me vuelvo a enamorar

esta vez le quiero dar, mi corazón,

a un hombre de verdad”.

 

Precisamente lo que define a un hombre de verdad es la determinación real de dar consagradamente, con sabiduría y puro corazón, todo lo mejor de su ser.

 

Ser “cristiano” no es religión, un género musical o una marca comercial. Ser “cristiano” no es ser perfecto o inmune a lo que afecta al mundo. Ser “cristiano” es ser creyente; lo que infunde una naturaleza revolucionaria al palpitar, al ver, creer, pensar y hacer. TODA alma puede perseverar y vivir en santidad. Dios ilumine a todos.

 


 

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