domingo, 14 de abril de 2013

Todos habitamos en la misma Isla


La ciencia establece que hay factores genéticos que influyen en la homosexualidad. Sin embargo, la Biblia establece que la homosexualidad es PECADO. Veamos:

 

·         Levítico 18:22: “No te echarás con varón como con mujer, es abominación.”

 

·         Levítico 20:13: “Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron: ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre.”

 

·         1ª Corintios 6:9-10: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones,”

 

·         Romanos 1:26-28: “Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aún sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, 27y de igual modo también los hombre, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. 28Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen”.

 

Mediante el diálogo sincero y la buena voluntad, se puede adelantar mucho bien. Todos habitamos en la misma Isla.

 

La homosexualidad es clara y contundentemente rechazada en la Biblia. Sin embargo, no es el único pecado que rechaza la Biblia y como muestra, basta con ver los 10 mandamientos. ¿Cuántos pecados mayores se disfrazan y ocultan?

 

Se puede lograr validar el rol de la autoridad civil de hacer valer los derechos de todos los habitantes indistintamente de su credo religioso, y también se puede validar el respeto a la autoridad religiosa de orientar y no verse obligada a aceptar lo contrario a preceptos sagrados.

 

La clave es el respeto a la dignidad humana; lo que propicia dar luz para superar todo pecado y crecer en armonía. La mejor prédica se fundamenta en reconocer el derecho de todos a su Damasco, y el deber de constante introspección para que en el liderato consagrado no caiga en el desvío de lo que agrada al Altísimo.

 

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