La serie “Star
Trek”, creación de Gene Roddenberry, es icónica porque en la década de los ’60,
logró presentar a un mundo que enfrentaba cambios, conflictos y desafíos, una crítica
social positiva y una perspectiva de futuro en que las humanidad superaba guerras,
divisiones raciales y culturales, y expandía el mensaje de madurez y paz.
En “Star
Trek”, la nave espacial USS Enterprise NCC-1701 fue diseñada por Walter Matthew
Jefferies (mejor conocido por Matt Jefferies). La icónica nave nos transporta
junto a la tripulación capitaneada por James T. Kirk, en un viaje que como la
vida, puede superar rutinas, descubrir algo nuevo en cada etapa y crecer ante
las pruebas. Es notable en el diseño de una nave que pasa a ser hogar en tan
interesante concepto de ciencia ficción (ciencia ficción que es ciencia real en
muchos adelantos del presente), cómo gira la dinámica de estudio, tecnología al
servicio de las personas, interacción de almas y aventura en torno a la
dirección que brinda el puente de mando.
Años
después de la exitosa serie fundadora que se mantiene viva gracias a los fans y
hasta llega al cine, se supera el refrán de que un rayo no cae dos veces en un
mismo sito: Se repitió el éxito con la serie “Star Trek, The Next Generation”. En
esta ocasión, una nueva tripulación es capitaneada por Jean-Luc Picard.
Sigue la
misión de exploración y la misma se acentúa con una nave más avanzada,
habitacional y confortable, enorme y con más recursos de estudio, la USS
Enterprise NCC-1701-D. La nueva versión de la nave fue diseñada por Andrew
Probert. Veo el éxito en que se mantiene la fórmula original de explorar al ser
humano, en ruta de tiempo, lecciones y generaciones; una misión sin fronteras que
sigue.
La vida
en sí es una aventura. Sea la vida una sabia causa de amor. Sea la vida una ruta
de integral crecimiento, edificación y consagración, “to boldly go…”.
--Gerardo
L. Berríos Martínez
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