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“El ladrón no viene sino para hurtar y
matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia”. –San Juan 10:10
Hoy domingo 24 de marzo de 2013,
comienza la llamada “Semana Santa” o “Semana Mayor”. Lo grande es que en la
medida que se busca una real vivencia cristiana, la medida de lo genuino de ese
desea hace de cada día de vida, un día santo.
Sin embargo, no está de más
buscar unos niveles de profundidad la “Semana Santa” que no se limiten a eso,
sino que sean punto de partida. Puede haber gran espacio para la obra del
Espíritu Santo, tanto en la congregación como en el paseo familiar, tanto en el
compartir como en el espacio de introspección en soledad.
De cada alma dependerá si
“Semana Santa” será una mera apariencia para seguir en lo mismo o un real
encuentro que transforma y potencia, si será para transmitir espiritualidad o
para transmitir falsedad, si será para crecer en lo espiritual que produce real
renacer y restauración o para diluirse en lo ritual. En cada alma hay la capacidad
para buscar superar heridas y marcas, tal como luego de la Resurrección las
marcas de la flagelación no son más que lo glorioso. Si se acepta que uno solo
tiene control de los actos de uno mismo, optemos por los pasos y ajustes presididos
por el Señor.
Ante eso, grande es el rol de
quienes están ante las congregaciones. Es importante la
oración para que quienes estén ante las congregaciones, NO se dañen, NO dañen y
fomenten la plena abundancia de todos en línea con la Palabra y la sana
doctrina cristiana. Es importante la oración para que todo el que mire hacia lo
alto en estos días, reciba su toque especial y trascendente porque amar es ver
lo que se puede ser más que lo que se es o se aparenta ser. ¡Demos en la medida
que deseamos recibir, haciendo todo día santo ante el Señor que no está muerto,
está vivo y con poder!
En tiempos retadores y
convulsos, que no sea una Semana Santa más. Que en esos días se superen los
libretos y los clichés. Que pasados esos días, nuevas formas de ver, pensar y
obrar hablen de cómo permitir y propiciar la acción divina en todo el ser.
Se habla de conversión, pero en
realidad eso es un proceso constante y no de solo un momento dado. Se habla de
retiros y actividades, pero si se opta por los relatos de lo ocurrido en vez
del silencio para que el testimonio de cambio hable, se pierde la obra en el
interior y se convierte en un paseo o evento de fin de semana más.
En mi caso, mis pasos se
encaminan a la Iglesia Nuevo Testamento de Ponce, pero bendigo a todo lugar de
congregación para que impere el Señor y Su mensaje.
Paralelamente, dedico un saludo
especial a las almas heridas que han optado por no congregarse, para que en
donde esté tengan su encuentro divino y en la ruta logren encontrar a quienes les
inspiren el congregarse por la medida en que se viva el respeto, la búsqueda de
sanidad integral y el amor cristiano. Dios ilumine a todos.
--Gerardo L. Berríos Martínez
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“Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre
en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras. De cierto, de cierto os
digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun
mayores hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi
nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo
pidiereis en mi nombre, yo lo haré. Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo
rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para
siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le
ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará
en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un poco, y el
mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también
viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros
en mí, y yo en vosotros. El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el
que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me
manifestaré a él”. --San Juan 14:11-21
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