Hoy 9 de marzo de 2013, se cumplen 3 años de la muerte del niño Lorenzo sin
que se haya hecho justicia. El caso pone al descubierto los niveles de
injusticia en el país.
Es común en Puerto Rico escuchar que de haberse dado ese caso en un barrio,
residencial o comunidad, hace mucho que hubiese habido alguna convicción,
aunque fuese por negligencia al morir un niño en donde se supone estuviese
seguro.
Los niveles de desigualdad e impunidad en el país, indignan y tienen el
efecto de fomentar más decepciones, violencia y acciones de “si aquel puede, yo
también”. ¿Qué mueve a quien todavía pretenda defender y
justificar? Hay víctimas, y hay afectados directa e indirectamente. La
realidad es que dos casos que han estremecido al país son ese asesinato del
niño Lorenzo y el asesinato de Carmen Paredes.
NO se trata de
olvidar que hay muchos otros casos que son grandes reclamos de justicia que
deben ser resueltos. Se trata de que sean casos que impactan porque acentúan
las desigualdades y abismales brechas sociales existentes en la Isla (demasiado
notables en una Isla de tan limitada extensión territorial).
Hiere la forma
en que unos familiares de víctimas actúan. Hay quienes quieren manipular y
controlar, y hay quienes nos hacen preguntar si sufren un síntoma de
engreído, un ataque de nervios o un ataque de conciencia. Son patéticos quienes
como engreídos, recurren a buscar auxilio desesperado al no tener la asistencia
de la verdad.
Aún ante
tragedias que consternan y que no debieron ocurrir, que ponen al descubierto
las fallas y defectos de un sistema, veo lo más esperanzador en que el país ha
sabido identificarse con lo primero, que es hacer justicia a la víctima. El
país ha sabido no desviarse de eso. Aún en crisis económica, el país no deja de
reclamar justicia.
¿Cuántas veces se estigmatiza a los
residentes de ciertas comunidades (olvidando que Jesús es grande por su
humildad y habita en los que llama “pequeños”) y se trata de pintar a los que
más tienen como de “buena familia” (como si el dinero definiera la calidad
humana en vez de la formación en valores dignos, respetables y constructivos)?
Los casos Lorenzo y Paredes ocurrieron en lugares privilegiados, olvidando a
las víctimas en frías tumbas y a quienes más lloran de verdad.
¿Cuántas veces hay genuina
indignación cuando se dan privilegio y trato especial a unos pocos? En la
extensión territorial de Puerto Rico las fallas son más marcadas y por eso, los
reclamos de justicia y equidad son mayores. En los casos Lorenzo y Paredes, es
abierto y notable la búsqueda de aprovechar todo tecnicismo disponible y de recibir
un trato exclusivo, apostando a que se olvide y olvidando en pleno egoísmo a
las víctimas en frías tumbas y a quienes más lloran de verdad.
NO se apaga el grito “¡Justicia para
Lorenzo!”. A eso se le suma el grito “¡Justicia para Carmen Paredes”!. A eso se
le suma el grito “¡Justicia para Puerto Rico!”.
Es en los lugares de más opulencia
en que ocurren las peores cosas, ocultas tras altos muros y caro “look”. Es en
los lugares de más opulencia que se protege al estudiante que no respeta y a
quien reta a toda autoridad. Es en los lugares de más opulencia en que sin
pudor o escrúpulo alguno, luego de justificar toda negativa actuación en plena
arrogancia y soberbia, se busca evadir toda responsabilidad y consecuencia, y tratar
de lograr apoyos y alguna ventaja con el paso del tiempo, al costo que sea.
Eso NO significa que sea malo
prosperar, ya que en San Juan 10:10 Jesús dice que vino para que tengamos VIDA
EN ABUNDANCIA. Eso significa que todo logro humano pierde sentido y dirección
cuando se pierde la capacidad de fundamentarse en el Supremo Origen de todo
bien.
El país está claro sobre los casos
de Lorenzo y Paredes, y sobre muchos otros temas. El país tiene un gran reto
ante sí para no perder la fe y caer en indiferencia, avalar lo injustificable y
ver lo trágico como rutina. En teoría, son casos que deben llevar a abrir ojos
y jamaquear conciencias, para comprender que el crimen impacta en todos los
niveles socio-económicos y que tal realidad requiere un nuevo nivel de
conciencia y acción, pero la vida no es justa y se seguirán dando desigualdades
y estereotipos. ¿Qué espera el Señor, el Altísimo, el Resucitado, de cada uno y
de todos?
Que los principios cristianos de Ley
de Siembra y Cosecha y de considerar al ser humano más por lo que es que por
posiciones y posesiones, adquieran mayor relevancia en la Isla del Cordero.
¡Que haya Justicia YA!
Que brille un sabio y maduro nivel
de conciencia en que haya justicia en todo caso indistintamente del nivel
socio-económico de sus protagonistas, y se ponga freno a los dramas de
intolerancia, violencia y discrimen (incluso en lo que no implica asesinato y
no se ve como “crimen”, pero que son en esencia delitos que en demasiados casos
ocurren en lo cotidiano como si fuera algo normal), que en realidad representan
flagelar otra vez al Maestro y Príncipe de Paz. Dios ilumine a todos para
crecer de verdad. ¡Que pueda más lo verdadero que lo falso! ¡Que haya Justicia
YA!
·
“Si sabéis que Él es justo, sabéis también que todo el
que hace justicia es nacido de Él”. –1 Juan 2:29
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