domingo, 3 de marzo de 2013

Los recortes federales son una realidad; ¿oportunidad o cataclismo?


La crónica de recortes federales no es nueva. Confirma que se necesita perfeccionar sistemas y  superar el cainismo, personalismos y partidismo.

 

Sería sencillo manipular lo “apocalíptico” (buen tema para fomentar la fe y el sabio gozo, no para desencadenar polarización, odio y otras agendas), o el libreto de que lo que funcionó en el pasado no funciona en el presente.

                  

Los recortes federales son una realidad; ¿oportunidad o cataclismo? Ese punto y otras realidades retadoras y llamados, junto al resultado de la consulta de status del 2012, confirman que terminó aquello de que “el status no está en issue”, y que de lo que no se quiere hablar, es de lo que más hay que hablar. Veo más recomendable el razonamiento de que hay retos constantes en la existencia y se necesitan propósitos comunes y permanentes de justa distribución de la riqueza, y más igualdad humana.

 

Así, somos llamados en el siglo 21, como en el pasado y siempre, a nuevas y mejores formas de ver y hacer las cosas, a la creatividad, la autosuficiencia, la realización y la consagración. Ciertamente nada nuevo hay bajo el sol. Dios ilumine a todos.

 

·         “Se concibe que en un sistema de justicia haya quienes tengan más que otros. Hay distintas capacidades de servicio y producción. Hay distintos grados en que se puede ser útil a la comunidad. Se concibe que, en justicia, haya quienes tengan más que otros. Pero lo que no puede en justicia concebirse es que haya quienes tienen más de lo que necesitan para sus vidas mientras otros tienen menos de lo que necesitan para sus vidas. Mientras hayan hombres que tengan menos de lo necesario para el sustento de sus hijos, no puede estar justificado que hayan hombres que tengan más, mucho más, de lo necesario para el sustento de los suyos.

La igualdad es la igualdad de los hombres ante Dios. La igualdad es la igualdad en la dignidad humana de cada ser en este mundo. La igualdad es la igualdad en el respeto que se debe al alma de cada hombre, pobre o rico, débil o fuerte. La justicia quiere esa igualdad profunda en la dignidad humana y en el alma humana; que exista entre los que tengan más y los que tengan menos. Trasmítanle ustedes, los que me oyen, este mensaje a los poderosos de esta comarca y de esta tierra puertorriqueña: si las desigualdades en la riqueza violan la ley de Dios que ordena la igualdad entre las almas de los hombres, se nos puede dejar con un solo remedio para garantizar esa igualdad en la dignidad humana.

Y ese remedio sería hacer la igualdad también en la riqueza de los hombres”.

–Luis Muñoz Marín

 


 

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