Hoy 29 de marzo de 2013, es Viernes Santo. NO tiene sentido la actitud o
ritual de luto, ya que el Señor NO está muerto, está VIVO. Es buen momento para
recordar que Jesús dice en San Juan 10:10 que vino para que tengamos vida en
abundancia.
Por eso, la gran pregunta es si estamos en paz, serenidad y sabia
abundancia integral. Ante esas reflexiones y otras, es propio recordar que SIGUE
un Gran Proyecto de Restauración para todo Puerto Rico. Veamos de qué se trata:
Desde el domingo 10 de marzo de 2013, está en marcha el gran proyecto de
restaurar “ladrillo por ladrillo”. Consiste en leer diariamente durante 40
días, partes del libro de Nehemías hasta completar la lectura completa de ese
libro de restauración. ¡Qué muchos niveles de restauración necesitan almas,
familias, instituciones y la patria!
La lectura diaria de una parte bíblica para analizarla y aplicarla, tiene
gran poder de restauración en que es desde lo individual que se impacta a lo
colectivo. Hoy estamos en el día 20, la mitad de esa jornada, y se lee Nehemías
5:12-13:
·
“Y
dijeron: Lo devolveremos, y nada les demandaremos; haremos así como tú dices.
Entonces convoqué a los sacerdotes, y les hice jurar que harían conforme a
esto. Además sacudí mi vestido, y dije: Así sacuda Dios de su casa y de su
trabajo a todo hombre que no cumpliere esto, y así sea sacudido y vacío. Y respondió
toda la congregación: ¡Amén! y alabaron a Jehová. Y el pueblo hizo conforme a
esto”.
¡GRACIAS por la confirmación de que el hombre sí puede hacer pacto con Dios!
Es el tipo de confirmación que más se necesita ante la adversidad y cada vez
que parece que es imposible vivir el cumplimiento de una promesa. ¡Ahora más
que nunca adelante! Hay
evidencia bíblica y lógica de que el hombre sí puede pactar con Dios.
De lo que no se quiere hablar es de
lo que más hay que hablar. El tema de las promesas que sólo se pueden cumplir
luego de recibir lo pedido a Dios, es el tipo de promesa que aunque algunos
pretendan no hablar de eso, o estigmatizarla negativamente como “trueque”,
tiene base bíblica.
Un ejemplo de promesa lo tenemos en
Génesis 28:20-22: “E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me
guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para
vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, entonces el SEÑOR será mi
Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo
que me dieres, el diezmo apartaré para ti”. No me enfoco en el detalle del
diezmo que tan diversas interpretaciones recibe, sino en el concepto de
prometer a Dios en pos de cumplir lo prometido al recibir lo pedido. Es triste
que ese tema de ese tipo de promesa, casi no se toque y en ocasiones se evade.
Veamos un ejemplo sencillo: Un
estudiante que no tiene forma de graduarse por malas notas y objetivamente sólo
un milagro le puede permitir lograr el diploma. Si ese estudiante promete que
de lograr graduarse presentará el diploma ante el altar, sólo de concederse lo
pedido, se podrá cumplir la promesa.
Reconozco que La Palabra es clara:
“Cuando alguno hiciere voto a Dios, o hiciere juramento ligando su alma con
obligación, no quebrantará su palabra; hará conforme a todo lo que salió de su
boca” –Números 30:2. Fundamentar peticiones y rumbos de vida en promesas a
Dios, no es atadura, es cuestión de amor, fe y honor.
Existe el argumento de que es mejor
no prometer que prometer y no cumplir, ¿pero por qué no enfatizar en los
testimonios de quienes prometen y cumplen? ¿Por qué la resistencia al tema de
las promesas? ¿Por qué la resistencia a un método de amor, fe y perseverancia
que por los términos de una promesa, es más que clara e inmune a la
manipulación y la tergiversación?
¿Prometer en esa forma es “negociar
con Dios”? Con toda humildad, respeto y reverencia, no temo a eso. Si prometer
al Altísimo es negociar con El, que así sea. La clave es prometer para hacer el
bien, con respeto a la sana y libre conciencia, sin creer que se puede torcer
el brazo del Altísimo o pretender hacer más daño que bien vía el capricho. Por
lógica simple, serán mejores los negocios con el bien que con el mal; aunque
por ser algo sagrado que se debe hacer sabiamente y no a la ligera, la palabra
más correcta quizá no es “negocio”, sino pacto.
Estoy convencido de que en la medida
que no se toque el tema, se seguirán agravando los problemas sociales. Vivimos
tiempos en que lo que se necesita son testimonios de cumplimiento con amor,
visión y HONOR, para una mejor y más consagrada civilización. Todo sería mejor
si cada bendición recibida no fuese un fin en sí, sino una base de pacto para
hacer algo grande para Dios y por ende, para inspirar y educar. Por ejemplo,
habría fidelidad y paz si la bendición de la compañía idónea se basara en la
promesa de glorificar a Dios, educando e inspirando a los demás.
Ciertamente todo cambia cuando se
busca vivir un cumplimiento así, ya que la petición va más de uno mismo por la
medida de la consagración y el potencial para dar luz a los demás. Hay
derecho a optar por prometer y hacer pactos con Dios, y hay
derecho a optar por no prometer y no hacer pactos con Dios. A lo que NO hay
derecho, es a difundir lo incorrecto de que “el hombre no puede hacer pactos y
promesas con Dios”.
En la lectura de Nehemías (para leer y fructificar y no leer por leer),
para mañana y los demás días, que cada alma vaya descubriendo y redescubriendo…
Somos llamados a unir y restaurar, con la certeza de que Dios está con
nosotros, nos bendice y fortalece en la causa justa y correcta. Ser “cristiano”
no es religión, un género musical o una marca comercial. Ser “cristiano” no es
ser perfecto o inmune a lo que afecta al mundo. Ser “cristiano” es ser
creyente; lo que infunde una naturaleza revolucionaria al palpitar, al ver,
creer, pensar y hacer. Dios ilumine a todos.
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