Hoy lunes
1 de septiembre de 2014, ya no se habla de eventos de verano o de “Back to
School”. No dudo que hace exactamente un mes, unos
pensaban que terminaban las vacaciones de verano, otros pensaban en el “Back to
School”, y no faltaban quienes pensaban que no tuvieron vacaciones.
Tomando en cuenta que en Estados Unidos comienzan las clases en septiembre,
hubo quienes dieron jornadas veraniegas en agosto. Hubo quienes viajaron, hubo
quienes hicieron turismo interno, y hubo quienes tuvieron que improvisar ante
la retadora situación económica. Ante ese escenario, contemplaba mis dramas…
Al escribir hoy, ya se está de lleno en la dinámica de estudios. Me trae
recuerdos de cómo mi padre se encargaba de prepararnos bien a todos en el “Back
to School”, y junto a mi madre, daba el debido seguimiento durante todo el año
escolar.
Recuerdo también el esmero de los maestros, y los sanos juegos bajo el
inmenso árbol del patio escolar que era como abrazo divino a la inocencia.
Mucho respeto había en el salón de clase y buen compartir había en el recreo. Con
honestidad, no puedo decir que en esos tiempos todo era mejor que en el
presente, ya que se iban desarrollando serios problemas socio-económicos. Se
dice que la historia es cíclica y es lógico que cada tiempo tenga su afán. Seamos
justos con el pasado y el presente, para hacer futuro. Lo grande es que todo se
integraba para dar permanentes lecciones de vida.
El timbre
escolar que finalizaba una jornada, comenzaba los intensos relatos de niño;
esas historias de lo ocurrido en el día que daban el mejor toque a la
sobremesa. Había espacio para hacer las asignaciones y para ver buenas series
de TV (en ocasiones, era toda una hazaña lograr armonía cuando solo había un
televisor y cada cual quería ver algo diferente; no siempre prevalecía lo justo
y en demasiados casos le tocaba más al menor ceder, pero lo mayor es mantener
sustento y un hogar a flote para todos).
Son
recuerdos que hasta pueden permitir que se asome una lágrima de nostalgia y
rocío. El que con el paso de los años se puedan tener unos aciertos y cometer
errores, no le resta a esa etapa formativa. Uno no se hace a uno mismo, uno es
parte de una sumatoria. Se crece al agradecer tales bendiciones y honrarlas con
amor.
Hoy,
doy gracias a Dios porque mi madre está viva como milagro de Dios. Pero
destacando el rol paternal que se asocia a preparativos escolares y más, fui
más que bendecido al tener a un padre que fue mejor de lo que merecí y que no
siempre entendí. Pienso que el mayor reto de todo padre es lograr dar serenidad
en la crisis.
De
los recuerdos de mi padre, valoro los buenos momentos, las lecciones que
enseñan a no buscar culpables sino a asumir responsabilidades, y el haber
estado ahí.
Sobre
el tema de las fallas como hijo, junto a quienes estén leyendo estas palabras, veo
que no es posible asegurar que los padres se gozan en el cielo por todo bien o
rectificación que se pueda hacer. Pienso que es importante buscar hacer todo
mejor con humildad, y con serenidad ante las debidas cosechas de toda falla
(sin olvidar que tiene que tener sentido lo de poder hacer todo nuevo en el
Señor).
Felicito
a todos los que cuenten con la presencia física del padre. Respeten, amen y
apoyen a los buenos padres. Respeten, amen y apoyen a quienes asumen bien el
rol paternal más allá de lo tradicional, como las madres solteras y los padres
solteros. Procuren la debida corrección hacia los padres que fallan, sin
olvidar que nada avala el tomar la ruta equivocada.
Doy
GRACIAS por el padre que tuve y por el Padre que tengo. Sea la felicitación a cada padre, la reafirmación de
un sabio compromiso de conciencia, de generaciones. Sea la vida una causa de
amor. Bendecidos.
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