El domingo 21
de septiembre de 2014, en el especial ambiente señorial de Ponce, vi una
exposición artística en la Alcaldía dedicada a Pedro Albizu Campos.
Objetiva y
concretamente, Pedro Albizu Campos no pudo asimilar que la voluntad electoral
no aceptaba sus propuestas y optó en forma injustificable por una ruta que tendió
al terrorismo que no convence ni edifica.
Lamentablemente,
una de las más brillantes inteligencias y elocuente orador, cosechó lo que
sembró (nada de patriótico hay en buscar adelantar causas sin respeto a la vida).
Aún así, fue un intelecto que dejó buenas frases citables.
Reconozco que
tuvo profundas heridas en su vida, pero muchas almas en el mundo sufren y no
optan por la violencia y buscar imponer unas ideas a toda costa (la sanidad
interior no se logra canalizando mal las energías, amenazando y atentando).
Veo que Albizu
tuvo un tiempo de ascenso y de haber optado por la vía democrática y electoral
con plena consciencia sobre realidades y necesidades humanas, pudo haber dado
un nuevo rumbo a la historia del país (el patriotismo real respeta la vida, en
especial del adversario; crece y se sana al servir y consagrar).
Veo que el
pueblo no temía tanto a la independencia, sino a las consecuencias de seguir a
los promotores de esa fórmula que proyectaban no tolerar a quien pensara
diferente, no estar dispuestos a respetar el mandato de las urnas y no
enfatizaban en lo humano. Con otros estilos, otra pudo ser la historia.
La exposición
dedicada a Pedro Albizu Campos en la Alcaldía de Ponce, desde la justa
perspectiva, fomenta un amplio entendimiento. Fomenta el reconocer que en la
vida no todo es blanco y negro. Porque nadie es perfecto, los tonos grises fomentan
empatía y madurez. Me recuerda Albizu la teoría del “ying yang”, de que nadie
es totalmente bueno o totalmente malo; lo que nos dice que podemos ver los
actos incorrectos y también las buenas acciones y lo que pueda mover a ser
comprensivos.
Al recordar a
quien en vida fue Pedro Albizu Campos, que sus ideas positivas sean bien
valoradas; y sus errores no se justifiquen ni glorifiquen, sino que se
consideren desde la perspectiva amplia que ve con orden y misericordia.
Permita el
Señor que al buscar esa perspectiva salomónica, podamos fomentar que “la patria
es valor y sacrificio” de verdad y en los mejores términos, al tener valor para
perseverar en lo correcto que edifica a uno mismo y a los demás y agrada a
Dios, y sacrificio para saber superarnos a nosotros mismos para amar.
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